Luis Herrera Campíns - Exilio





Luis Herrera Campíns sufrió cárcel y exilio durante la década militar. Sale de la Cárcel Modelo de Caracas a Barranquilla y, después, Bogotá. En el vecino país, el DAS coopera con la Seguridad Nacional en el seguimiento permanente de los desterrados. Sin embargo, José Luis Zapata Escalona saldrá y Luis Herrera Campíns viajan con destino a Santiago de Compostela, España, donde ambos seguirán sus estudios universitarios al revalidar las materias cursadas en la Universidad Central de Venezuela.

Para julio de 1952, el ministro de Relaciones Interiores de la dictadura venezolana remitió a la cancillería, embajadas y consulados una lista de las personas a las que se les debía negar la documentación correspondiente para regresar al país y, entre ellas, a Luis Herrera Campíns y a José Luis Zapata Escalona.

Por supuesto, Luis Herrera jamás abandonó la idea de volver a su querida Venezuela, pero estuvo consciente de la necesidad de una preparación académica indispensable y de profundizar en el estudio de los problemas venezolanos.



 



Edecio La Riva Araujo

 



 


EDECIO LA RIVA ARAUJO


Edecio La Riva Araujo perteneció a la generación fundadora de COPEI. Recio dirigente, por su estilo directo y contundente, fue apodado “Machete”. Nació en Timotes, estado Mérida, en 1921, y falleció en Caracas, en 1997. Abogado, parlamentario y tenaz polemista, desde los orígenes del partido destacó como un orador de estilo popular y enérgico.

Estudiante universitario, el Br. La Riva Araujo resultó electo diputado a la Asamblea Nacional Constituyente en 1946, por el partido originalmente merideño Unión Federal Republicana, integrado a COPEI en el mismo año; y en 1947, el ahora joven abogado se convierte en diputado al Congreso Nacional. Luego, en la década dictatorial, fue uno de los copeyanos más perseguidos; incluso Pedro Estrada ordenó que le dieran una paliza.

Desde los comienzos de la era democrática, fue un fogoso defensor de la institucionalidad, como tribuno de gran trayectoria parlamentaria, integrante de la Comisión de Defensa, y, más que columnista, un extraordinario comunicador político. Desempeñó la embajada venezolana en Francia durante la primera administración de Rafael Caldera, y en la de Luis Herrera Campíns fue gobernador del estado Mérida.

Autor de “Los fusiles de la paz”, publicado en la década de los sesenta en torno a la controversial materia militar, es más conocido por un libro editado en los ochenta con un título que habla de su buen humor: “Elogio de la adulancia”. 

La gráfica la tomamos de la revista “Signo”, Caracas, 1951.

UNE

 

 




Institucionalización de la Unión Nacional Estudiantil (UNE)

 

Un dato importante es que la Unión Nacional Estudiantil (UNE), prontamente se institucionalizó.

Separada de la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV), trastocada en partido político, la UNE veló no sólo por la claridad y transparencia de sus propósitos, sino también por la regulación de sus actividades, la creación de sendas instancias de conducción y la celebración efectiva de su Asamblea General.

Debidamente discutidos, en agosto de 1936 fueron aprobados los Estatutos de la UNE. Quedó constituido un Senado, un Núcleo Directivo Nacional y la Asamblea General, como las instancias de conducción.  A finales de 1938, fue convocado el Primer Congreso Nacional Uneísta, por Rafael Caldera, Pedro José Lara Peña y Eduardo López de Ceballos, como sus principales dirigentes; Rogelio Valladares y Elio Suárez Romero, por el Senado;  y Lorenzo Fernández, Carlos Rodríguez Uzcanga y Francisco Alfonzo Ravard, por el Núcleo Directivo.

De acuerdo al diario La Religión, en su edición del 20 de noviembre de 1938, los congresistas principales fueron: Rafael Caldera, Pedro José Lara Peña y Eduardo López de Ceballos, por la Comisión Organizadora; Carlos Rodríguez, Lorenzo Fernández, por el Núcleo Directivo Nacional, teniendo por suplentes a Tito González, Juan Rivero y Eduardo López de Ceballos; Rogelio Valladares, Luis Parilli, Elio Suárez Romero, Henrique Méndez, Eduardo López de Ceballos (SIC), por el Senado, con M. Cruz, M. Selva, José Delgado, E. Pérez Vera, como suplentes; C. Figueroa, por Barcelona; E. Candía, J. Rafael Mendoza y D. Guerra, por Barquisimeto; Víctor Giménez Landínez, Luis Sucre, G. Balda, José Luis de Jongh, Tomás Enrique Carrillo Batalla, por Caracas; R. Ángel Cartaya, por Cumaná;  A. Silva Guillén y  E. Berrizbeitia, por Cumaná; Pedro Angulo, por Guanare;  P. Vargas y G. Cook, por Dos Caminos; José Antonio Pérez Díaz, L. Berrizbeitia y P. García, por los Teques; N. González, E. Romero y  M. Baralt, por Maracaibo; H. González, F. Monteverde y M. Chacín, por Maracay; P. Espinoza, Enrique Dubuc, Luis González, C. Febres Cordero, J. Fossi, A. Santos, por Mérida; H. Anselmi, J. I. Albornoz, H. Cárdenas, por San Cristóbal; A. Mujica, E. Domínguez y Pablo Salas Castillo, por San Fernando de Apure; J. Lugo, Héctor Colmenares y J. A. Codecido, por Valencia; M. Cardozo, B. Lara, por el grupo de Bogotá; Ángel P. Esteva Ríos, por el grupo de Santiago de Chile.

La nota del citado diario y fecha, refiere asimismo a la Junta Directiva: Rafael Caldera, presidente; Pedro Espinoza, primer vicepresidente; Francisco Alfonzo Ravard, segundo vicepresidente; y J. S. Velásquez, secretario.



UNE

 


 

La Unión Nacional Estudiantil (UNE), fundada el 8 de mayo de 1936, constituyó un antecedente concreto de la Democracia Cristiana en nuestro país. No obstante, es necesario hacer algunas precisiones, pues frecuentemente el acontecimiento es objeto de confusión. 

Por ejemplo, la entrada de Wikipedia relacionada con UNE (https://es.wikipedia.org/wiki/Uni%C3%B3n_Nacional_Estudiantil) incurre en un doble error: por una parte, señala como día y mes de fundación el 6 de mayo, en lugar del 8 del mismo mes, fecha de fundación suficientemente consolidada, y, por otra, indica claramente que “fue un partido político venezolano, de orientación socialcristiano” (SIC), remitiendo a una fuente muy imprecisa que soslaya una importante bibliografía acumulada, como la compilación de las notas editoriales del periódico de UNE, realizada por Naudy Suárez Figueroa, autor de un estudio introductorio convertido en un clásico de la literatura demócrata-cristiana de nuestro país (“Por los legítimos ideales del estudiante venezolano. U.N.E. Gestación de una idea revolucionaria”, Editorial Arte, Caracas, 1973). 

La entidad estudiantil en cuestión, nace como una genuina expresión gremial que hoy la explicaríamos como una específica manifestación de la sociedad civil organizada, y no como un partido político. Justamente, teniendo por natural epicentro la Universidad Central de Venezuela, en la Venezuela de escasísimas casas de estudios superiores, UNE es el fruto de una necesaria distinción y división en el seno de la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV), trastocada en partido de la oposición; esto es, yendo más allá del ámbito eminentemente universitario y reivindicativo para competir con otras organizaciones partidistas en el difícil contexto de una transición que apenas comenzaba a raíz de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez. 

Por lo demás, hacia mediados y finales de febrero de 1936 hubo dos eventos extraordinarios, como la inédita protesta popular en reclamo de sendas libertades públicas y superación definitiva de la dictadura, y el llamado Programa de Febrero anunciado por el gobierno de Eleazar López Contreras. Son dos hechos trascendentales que, al pasar los días, hicieron cada vez más partido político a la FEV que gremio estudiantil, alineándola ideológicamente con los nacientes movimientos y partidos de inspiración marxista, y por ende distorsionándola, por lo que surgió un legítimo movimiento estudiantil de carácter decididamente gremial que no significaba darle la espalda a los problemas fundamentales del país, y con una clara orientación: la Doctrina Social de la Iglesia; no por casualidad, conformada por dirigentes que, en 1934, coincidieron en Roma con otras juventudes estudiantiles de América Latina que más tarde crearon en sus países partidos demócrata-cristianos.

Acotemos, otras dos valiosas circunstancias, como fue la selección del Núcleo Directivo Nacional de UNE, mediante una campaña electoral interna y los correspondientes escrutinios, regularizando la vida institucional de la entidad luego de su fundación en enero de 1937, resultando electos como principales Rafael Caldera, Pedro José Lara Peña y Francisco Alfonzo Ravard, quedando como suplentes Lorenzo Fernández, Carlos Rodríguez Uzcanga y Francisco Soto. Y, finalmente, que las experiencias partidistas posteriores en las que participaron uneístas muy destacados, no significaron que la entidad gremial fuese dependencia del futuro partido Acción Nacional y, menos, de COPEI, cuyo nacimiento ocurrió cuando ya estaba disuelta la UNE.



Historia COPEI

 


LORENZO FERNÁNDEZ ENTREVISTADO POR ÉLITE


 

A mediados de noviembre de 1948, la opinión pública también debatía sobre la pertinencia o no de elegir al gobernador de cada entidad federal y la posible consulta para ello. Sobre la materia, en la gráfica tomada por Victoriano de los Ríos, aparece y opina el diputado Lorenzo Fernández, uno de los fundadores del partido demócrata-cristiano en 1946, entrevistado por Cedeño, redactor de la revista Élite de la ciudad capital. Valga acotar que Fernández fue quien gestionó la integración de la Unión Federal Republicana, importante agrupación merideña, al nuevo partido nacional. 

Lorenzo Fernández (1918-1982), diputado a la Asamblea Nacional Constituyente de 1947, y, electo a la Cámara de Diputados por el Distrito Federal, será un congresista diligente y sosegado. Al caer la dictadura perezjimenista, será electo senador por el estado Trujillo (1958-1963) y por el Distrito Federal (1963-1968), pero – asimismo -  desempeña el ministerio de Fomento en el gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1962), y, en el primer gobierno de Rafael Caldera el ministerio de Relaciones Interiores. Candidato presidencial en 1973, obtiene el 32% de los votos, perdiendo con Carlos Andrés Pérez. 

El ejercicio parlamentario en 1948 fue harto difícil gracias al ciego sectarismo de la mayoría adeca. Y, a pesar de la gravedad alcanzada por la situación política e institucional, ese sectarismo persistió, haciendo caso omiso de las advertencias de la oposición demócrata-cristiana.  Hacia septiembre del año en cuestión, es asesinado el íder copeyano Vóctor Baptista a manos de René Párraga, Secretario General de Gobierno del estado Miranda y El Gráfico, órgano divulgativo de COPEI, indica que “ha fallecido cobarde y vilmente asesinado por esbirros gubernamentales el destacado líder trujillano Víctor Baptista”. En octubre, se debaten y aprueban las leyes de Educación, Agraria y Contra el Enriquecimiento Ilícito, reeditados los ásperos debates de años anteriores, sobre todo en materia educativa. Y ya para noviembre, aparece una huelga textil en Maracay y, la otra, nacional de los telegrafistas.


Historia COPEI

 

LUIS HERRERA CAMPÍNS


Caído el gobierno constitucional de Rómulo Betancourt, el país comienza a recorrer el difícil camino de la dictadura, a veces blanda y, otras, muy dura. Desde un primer momento, destaca la postura opositora del Br. Luis Herrera Campíns quien, en enero de 1949 recibió unos buenos planazos en la Universidad Central de Venezuela, y después sabrá de persecuciones, cárcel y exilio. Son dos los escenarios en los que destaca el líder demócrata-cristiano: por una parte, en el ámbito universitario, y, concretamente, con la agudización del conflicto -a pesar de las habilidades del rector Julio de Armas- en la UCV y en la Universidad de Los Andes (ULA). El gobierno desconoce expresamente la autonomía universitaria y crea un Consejo de Reforma con la manifiesta animadversión del estudiantado. Son numerosos los profesores y estudiantes detenidos o extrañados del país, profundizados el malestar y la irritación al principiar 1952. Manuel Alfredo Rodríguez, en su libro “Tres décadas caraqueñas 1936-1966” (Editorial Fuentes, Caracas, 2004), refiere: “Por Copei Luis Herrera se creció y dejó frases como ´en puridad de verdad este Ministro Becerra´”. 

El otro escenario, es el del partido demócrata-cristiano en relación a su supervivencia y desarrollo, a los problemas estudiantiles y juveniles. Por ejemplo, en la sección de comentarios políticos de la revista Signo, en su edición del 24 de enero de 1952, se lee:

El partido socialcristiano ha estado muy activo en los últimos días con motivo de la preparación de su convención nacional. Esta magna asamblea partidista ha estado precedida de numerosas convenciones regionales celebradas en el interior de la república. Los doctores Caldera, La Riva, Peñuela, Landáez, Del Corral y Barrios Mora, junto con los dirigentes Luis Herrera Campíns, Elio Aponte, Dagoberto González, se han desplazado por diferentes ciudades de la provincia, pronunciando discursos, llevando consignas, gestionando el envío de nutridas delegaciones a la convención que se reunirá en febrero en la casa central del partido”.

Continuando con el medio periodístico caraqueño, se agrega una fotografía si se quiere, “inédita”, pues, pocas veces o nunca más vista, de Herrera Campíns que reproducimos fielmente aún con los defectos de impresión y del tiempo transcurrido. Y se extiende en los comentarios sobre las vicisitudes del partido demócrata-cristiano: 

Con ocasión del VI aniversario, Copei celebró un acto en su sede caraqueña que estuvo muy concurrido de militantes y simpatizantes. El líder juvenil Luis Herrera Campíns pronunció una oración fervorosa, que fué (SIC) muy aplaudida, y el doctor Rafael Caldera trazó la línea del partido. A este respeto, Copei tiene una actitud muy cautelosa, pero a todas luces resuelta a luchar porque el proceso electoral se desarrolle en un clima democrático”.


Fotografías

 



GIRA POR EL ESTADO LARA CAMPAÑA ELECTORAL DE 1947

De poca o mucha libertad de tránsito, en distintas épocas se hicieron comunes las visitas y actividades proselitistas del liderazgo político nacional a los estados, del regional a los distritos (hoy municipios) y del distrital a las parroquias añadiendo las foráneas. Es con la aparición de los partidos modernos que se acentúa el fenómeno, aunque – por contraste – hubo también la costumbre de despachar los asuntos políticos desde las ciudades capitales, hablarles a los partidarios casi exclusivamente a través de la prensa escrita, los envíos postales y telegráficos, y luego la vía telefónica que fue todo un privilegio en un país todavía predominantemente rural. 

La gráfica, tomada de una cuenta digital de El Correo de Lara, refiere a una visita del joven candidato presidencial Rafael Caldera al estado Lara, y la reunión celebrada bajo los almendros de El Oasis de Barquisimeto, en noviembre de 1947.  En ella pueden verse a varios dirigente locales, y a un muy joven Luis Herrera Campíns. 

Aprobada en julio de 1947 la Constitución, fueron inmediata y simultáneamente convocadas las elecciones para escoger al presidente de la República, senadores y diputados del Congreso Nacional y a los integrantes de la Asamblea Legislativa de cada entidad federal, dejando para mayo de mayo de 1948 los comicios municipales. Respecto a las presidenciales, Caldera tenía 32 años de edad, y Herrera Campíns  22; por cierto, éste último aspirante a la diputación regional, desarrollando una difícil campaña frente al ventajismo sectario de Acción Democrática. 

El joven Caldera ocupó el segundo lugar en la carrera presidencial, nada más y nada menos que enfrentando a don Rómulo Gallegos, y Herrera Campíns, resultó electo legislador regional, ocupando ambos el solio presidencial de Miraflores, años más tarde. 

Valga acotar que la Democracia Cristiana cada vez más contaba con la naturaleza y la voluntad, el perfil político e ideológico necesarios para configurarse y calificarse como tal en Venezuela, de acuerdo con la encíclica "Graves de communi re" (o “De la grave controversia”) del Papa León XIII, públicada el 18 de enero de 1901. Enlace a la encíclica que autoriza a hablar de la Democracia Cristiana desde 1946:

(https://www.vatican.va/content/leo-xiii/en/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_18011901_graves-de-communi-re.html)

Biografías

 

 



Pedro del Corral, un servidor ejemplar




 

Don Pedro del Corral presidió a COPEI desde su fundación, por varias décadas en las que su nombre siempre gozó del consenso de todo el partido. Un destacado médico e insigne investigador, aceptó encabezar la directiva de una organización conformada mayoritariamente por jóvenes a los que aportó su ejemplo de vida y experiencia.

Nació en Chaguaramas, estado Guárico, el 27 de abril de 1895, y murió en la ciudad de Caracas, el 13 de noviembre de 1986. Cursó sus estudios superiores en la Universidad Central de Venezuela, egresando en 1921, pero es significativo que haya desempeñado importantes responsabilidades como dirigente estudiantil, alcanzando un año antes la vicepresidencia de la Federación de Estudiantes en los tiempos de una feroz dictadura; por cierto, liderar una protesta por el aumento del pasaje del transporte público le significó una corta estancia en la temible cárcel de La Rotunda.

Ejerce la medicina en la zona petrolera de San Lorenzo, estado Zulia, y viaja a Europa entre 1927 y 1931 para perfeccionarse en el Instituto de Medicina Tropical de Hamburgo; en Roma obtiene el título de médico malariólogo, especializándose en enfermedades tropicales en Viena y París. Regresando a Venezuela, asume la dirección de laboratorio de la clínica Maracay, luego de la clínica Córdova en Caracas y, ganando por concurso de oposición, asume la jefatura de laboratorio del Hospital Vargas, entre 1936 y 1939.

El gobernador de Caracas, Elbano Mibelli, lo destituye del cargo en el hospital Vargas, enfrentándose don Pedro judicialmente al gobierno de Eleazar López Contreras hasta lograr su reintegración en 1941. En tránsito por el estado Aragua inició una campaña antipalúdica, e, identificó más tarde, junto al doctor Jesús Rafael Rísquez, el germen bacteriológico meningococo que la Oficina Sanitaria Panamericana identificará como Venezuelensis Del-Corral/Rísquez. 

Preside a COPEI desde el primer instante de su fundación, transitando las más contrastantes y difíciles circunstancias políticas a partir de 1946, que incluyó varios encarcelamientos durante la dictadura de Pérez Jiménez. Integró la Junta Patriótica en 1957, fue electo senador por el Distrito Federal para el periodo entre 1959 y 1964, encabezando el Comité Nacional del Partido hasta su muerte: “Amo el partido – dirá – porque sé que en él, por encima de todas las imperfecciones humanas, la nota dominante es una voluntad de ofrenda, de inmolación, si fuera necesaria; un entrañable cariño por el pueblo y un deseo dinámico de renovar viejos moldes de injusticias para crear nuevas formas de relación humana basadas en la justicia social y en la igualdad  esencial y fraternal de todos los seres”, de acuerdo a apuntes tomados por Carlos Rodríguez Ganteaume para una sentida reseña publicada en El Nacional de Caracas, el 28 de abril de 1980.

De don Pedro del Corral, dijo expresamente Luis Herrera Campíns en 1975: “… Ha sido desde que COPEI nació, su presidente indiscutido. Ese ha sido su único cargo invariable en nuestro Comité Nacional. A nadie se le ocurrió en la primera hora nombre distinto para presidir nuestras deliberaciones.  A nadie – y mire que hay poderosas imaginaciones copeyanas –se le ha ocurrido ningún nombre después. Cada vez que en las convenciones se debe renovar la directiva, en todas las planchas aparece el nombre de don Pedro del Corral encabezándolas. Y por don Pedro no se vota. A don Pedro se le aclama a vítores y aplausos, todos de pie en homenaje cariñoso”.



Historia COPEI

 





A propósito del 75 aniversario de su fundación

 

ALGUNOS APORTES DE COPEI A LA CULTURA POLÍTICA VENEZOLANA

 

Gehard Cartay Ramírez

(Papel Literario de El Nacional, 20 de febrero de 2021)

 

La historia del Partido Social Cristiano Copei ha sido falsificada con frecuencia, incluso desde su propio nacimiento.

 

Poca gente sabe que nació como partido político “para defender los legítimos ideales de la Revolución de Octubre”, como fue denominado el movimiento iniciado con el golpe de Estado contra el general Isaías Medina Angarita en 1945, encabezado por el máximo líder de AD, Rómulo Betancourt, y una logia de militares jóvenes, que dio al traste con algo más de medio siglo de hegemonía militarista, aunque renacida tres años después. 

 

Cuando se produjeron esos sucesos aún no había sido fundado Copei, pero quienes lo harían el 13 de enero de 1946 apoyaron la acción cívico militar en referencia -como lo declaró entonces Rafael Caldera, su principal líder- “por considerar intolerable aquel estado de farsa en que se burlaba, nombrándola a cada instante, la voluntad nacional”. 

 

Se refería Caldera a la ausencia de una verdadera democracia fundada en la soberanía popular, como consecuencia del terco empeño de los herederos del gomecismo por impedir que fuera el voto directo, universal y secreto de los venezolanos el que eligiera al presidente de la República y a sus representantes en el Congreso Nacional, las Asambleas Legislativas y los Concejos Municipales.

 

Hasta entonces, tanto el general Eleazar López Contreras, sucesor del dictador Juan Vicente Gómez en 1935, como el también general Medina Angarita, ungido igualmente en 1941 por su predecesor, se habían negado durante casi diez años a establecer por vía constitucional que la soberanía de la nación residía en el pueblo. Esta será la primera contribución histórica de Copei al luchar por el establecimiento de un sistema electoral de primer grado, mediante el cual los venezolanos pudieran elegir al presidente y sus representantes legislativos.

 

La Junta Revolucionaria de Gobierno, presidida por Betancourt, designaría a Caldera como procurador general de la República. No obstante, a los pocos meses, el sectarismo de algunos dirigentes de AD en varias regiones del país estimularán la violencia contra eventos copeyanos. En abril de 1946 esos atentados alcanzan a Caldera cuando un mitin suyo en San Cristóbal es saboteado, con saldo de varios heridos. Desde allí, el jefe copeyano rompe con el gobierno y pasa a la oposición.

 

Sin embargo, será cierta dirigencia adeca la que a partir de aquel momento también calificará a Copei como un partido reaccionario, contrario a la Revolución de Octubre y, lo que sería aún más absurdo, por irreal, acusarlo de representar los intereses del gomecismo y del régimen depuesto. Así se dio inicio a una feroz campaña para desdibujar a Copei. Igualmente intervino en la misma -y desde el primer momento- la dirigencia comunista, la misma que había apoyado a Medina Angarita pocos meses antes.

 

Insisto en este hecho para ponerlo como referente de las campañas que desde entonces se hicieron contra Copei. La verdad es que quien lea su primer programa político y sus estatutos conseguirá la auténtica naturaleza de un partido de inspiración demócrata cristiana, centrista y de raigambre venezolanista. Se convirtió así en un instrumento político y partidista del pensamiento socialcristiano venezolano, segunda contribución histórica de Copei.

 

Una minoría desafiante

La trayectoria del partido, desde entonces, revela la corajuda acción de sus fundadores por convertirlo, peldaño a peldaño, en un partido de masas, algo que lograrán 20 años después. Caldera, Pedro del Corral, Lorenzo Fernández, José Antonio Pérez Díaz, Luis Herrera Campíns, Mauro Páez Pumar y Edecio La Riva, entre otros, constituirán el grupo germinal.  

 

Será una minoría actuante cuando se elija la Constituyente de 1947, en la que Caldera cumplirá un papel estelar. En 1948 el joven líder copeyano enfrentará a Rómulo Gallegos en una desigual disputa por la presidencia, alcanzando el 22,4% de los votos frente al 74,4% obtenido por el ilustre escritor como candidato de AD. Durante el también llamado trienio adeco (1945-1948), la lucha será violenta y agresiva entre AD, Copei y Unión Republicana Democrática (URD), el partido de Jóvito Villalba. Pero aquel combate frente a AD, por difícil que pudo ser, también arroja una tercera contribución importante de Copei: haber impedido que se implantara un sistema político influenciado por el PRI mejicano, a mediados de los años cuarenta, tentación que entonces atrajo a AD.

 

En noviembre de 1948 los anteriores socios militares de Betancourt derrocan a Gallegos. En 1950, luego del magnicidio contra el presidente de la Junta Militar, coronel Carlos Delgado Chalbaud, quienes lo suceden mantienen a regañadientes su promesa de convocar una nueva Constituyente. Ilegalizados AD y el PCV, serán URD y Copei los que participen con una campaña electoral desbordante en todo el país. Al final, el partido de Villalba gana esas elecciones en 1952 -Copei queda de segundo-, pero el coronel Pérez Jiménez desconoce los resultados y se hace nombrar presidente de la República, iniciando así una nueva dictadura militar. Villalba es desterrado, mientras un grupo reducido de copeyanos se pliega al régimen. Más tarde, Caldera será acosado y finalmente detenido por la policía política hasta que, a comienzos de 1958, logra salir al exilio, protegido por la Nunciatura Apostólica.

 

Camino a la mayoría

Pérez Jiménez será derrocado el 23 de enero de 1958 por una rebelión militar que tuvo el apoyo de los partidos que se mantenían en la clandestinidad. Se realizan elecciones presidenciales en diciembre de ese año. Gana Betancourt, seguido por el vicealmirante Wolfgang Larrazábal y Caldera. Copei baja al tercer lugar.

 

Inmediatamente se forma un gobierno de coalición entre AD, URD y Copei, bajo los lineamientos del Pacto de Puntofijo. Copei será leal a este acuerdo hasta el final, a diferencia de URD que lo abandonará tempranamente en agosto de 1960, encandilado por la llamada Revolución Cubana. Cuarta contribución histórica copeyana: su lucha por mantener aquella democracia inestable y asediada desde la extrema derecha y la extrema izquierda. 

 

En 1963, el gobierno coaligado fue a la contienda con dos candidatos presidenciales: Raúl Leoni por AD y Caldera por Copei. Ganó el primero y el abanderado copeyano llegó de segundo. Entre ambos sumaron más de la mitad de los votos emitidos entonces.

 

La quinta contribución de Copei al sistema democrático fue haberse convertido en la alternativa electoral frente a AD, a partir de 1968, con la elección de Rafael Caldera como presidente de Venezuela. Fue la primera vez que un líder opositor derrotaba electoralmente al candidato del gobierno, sin llegar al poder por la puerta trasera del golpe de Estado. A partir de entonces hubo en los años siguientes alternancia entre ambos partidos: Carlos Andrés Pérez ganó en 1973, Luis Herrera Campíns en 1978 y Jaime Lusinchi en 1983. La polarización AD-Copei se mantuvo en 1988 con la victoria de CAP, pero se acabó en 1993, con la segunda llegada de Caldera a la presidencia, por encima de los dos partidos.

 

La sexta contribución de Copei a la democracia venezolana será la de haber formado ideológica y políticamente, a través de un instituto fundado en los años sesenta por Arístides Calvani, a miles de dirigentes jóvenes, sindicalistas, profesionales y sectores de clase media, como pocas veces antes pudo hacerlo partido alguno en Venezuela y en el continente.

 

 

Obra de gobierno

Los dos gobiernos socialcristianos de Caldera (1969-1974) y Herrera Campíns (1979-1884) dejaron una obra importante para la conciliación, la modernización y el progreso de Venezuela, independientemente de sus errores. Examinarla íntegramente necesitaría mucho más espacio, por lo que apenas expondré algunos datos.

 

    En la primera gestión del presidente Caldera hubo un logro trascendente: la política de pacificación, que permitió -luego de su derrota política y militar- la incorporación al debate democrático de quienes se habían alzado en armas en contra de las instituciones democráticas. El proceso de negociaciones fue confiado a una comisión encabezada por el cardenal Quintero, y quienes se acogieron al mismo fueron indultados y reintegrados a la lucha cívica. 

 

Al lado de esta iniciativa histórica, se construyeron importantes obras públicas (hospitales, liceos, universidades, autopistas, carreteras, vialidad urbana, viviendas, etc.) y otros logros fundamentales como la nacionalización del gas y la política de reversión petrolera, anticipo de su nacionalización, así como en materia agropecuaria e industrial. Tuvo, sin embargo, serios problemas con las universidades autónomas.

 

Por su parte, el gobierno del presidente Herrera también realizó una obra material considerable en instalaciones hospitalarias, educativas, culturales, deportivas, electricidad, vialidad, transporte público (ejecución de la primera etapa del Metro de Caracas), fortalecimiento de PDVSA y sus refinerías, viviendas populares, etc., aunque con algunos lunares indeseados en política económica y deuda externa. Pero, en general, el suyo fue un gobierno que respetó los derechos humanos, mantuvo la paz y promovió el diálogo y el entendimiento.  

 

 

Auge y decadencia

Copei fue un partido que desde su fundación hasta las elecciones de 1988 mantuvo una curva ascendente en su votación, salvo algún descenso en 1983.

 

Este crecimiento sostenido se debió a las candidaturas de su máximo líder en 1947, 1958, 1963 y 1968, cuando fue electo presidente de la República por primera vez, y continuó con Lorenzo Fernández en 1973, incluso perdiendo frente a CAP; Luis Herrera Campíns, quien ganaría los comicios en 1978; (En 1983, cuando Lusinchi venció a Caldera la votación descendió cerca de 200.000 votos) y Eduardo Fernández, aun habiendo sido derrotado por Pérez en 1988. En 1993, frente a un cuadro multipolar y con la candidatura de Caldera por fuera, el nominado copeyano Oswaldo Álvarez Paz vio reducidos sus votos a un poco más de la mitad obtenida por Copei cinco años antes. Pero junto a las victorias de 1968 y 1978, el siguiente momento culminante del partido socialcristiano fue en 1992 cuando ganó 11 gobernaciones, derrotando a AD. 

 

Luego de aquello, Copei inició su declive. Sin embargo, ese es un proceso que tenía antecedentes significativos: la lucha por la candidatura presidencial entre Lorenzo Fernández y Herrera Campíns en 1973 afectó la unidad emocional y se produjo la derrota frente a CAP. Luego vinieron los desencuentros entre el gobierno del presidente Herrera y la dirección del partido, todo lo cual afectó la candidatura de Caldera en 1983. Más tarde, se produjo el enfrentamiento entre Caldera y Eduardo Fernández por la candidatura presidencial de 1988. Entonces ganó el segundo, pero el líder fundador se fue a la reserva. 

 

En 1993, luego de unas exitosas primarias, Álvarez Paz obtendrá la nominación presidencial de Copei, pero, al final, la candidatura independiente de Caldera alcanzará la victoria. Cinco años más tarde se profundizaría la debacle copeyana. Sus autoridades habían cortejado y hecho suya la candidatura independiente de la alcaldesa Irene Sáez, a quien todas las encuestas daban como ganadora en 1998. Esa candidatura se desinfló en poco tiempo, dando paso a la polarización entre Hugo Chávez y Henrique Salas Römer, a quien -a última hora- decidió apoyar la cúpula socialcristiana. Lo demás es historia conocida: Copei no ha vuelto a lanzar candidato propio desde 1993, y a partir del 2000 ha apoyado siempre al abanderado que la mayoría de la oposición ha escogido. 

 

Desde hace algo más de una década, al judicializarse su conflicto interno y poner en manos del TSJ la decisión final, este ha terminado designando sus autoridades, siempre en la línea de favorecer a quienes el régimen considera sus aliados dentro de Copei. 



Biografías

 



RAFAEL CALDERA

 

Gehard Cartay Ramírez

 

Rafael Caldera, Abogado y Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Central de Venezuela, laboralista, escritor, líder político y dos veces presidente de Venezuela por elección popular (1969-1972 / 1994-1999), nació el 24 de enero de 1916 en la ciudad de San Felipe, estado Yaracuy, donde cursó sus estudios primarios, luego hizo su educación media en el Colegio San Ignacio de Caracas y en 1939 culminó sus estudios universitarios.

 

En 1933 viajó a Roma para participar en un Congreso Iberoamericano de Estudiantes Católicos y entró entonces en contacto con jóvenes líderes de otros países, entre ellos, Eduardo Frei, de Chile. A partir de ese momento se incorpora a la lucha política desde los claustros universitarios y funda la Unión Nacional Estudiantil (UNE), al separarse de la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV) -manejada por sectores marxistas- un numeroso grupo de estudiantes católicos. La UNE será la semilla germinal del movimiento social cristiano venezolano.

 

En 1936, siendo subdirector de la Oficina Nacional del Trabajo, participó en la elaboración de una moderna Ley del Trabajo. En 1938 funda Acción Electoral, en 1939 el Movimiento de Acción Nacional y en 1942 Acción Nacional. En 1941 es electo diputado al Congreso con apenas 25 años.

 

En 1945 apoya la llamada Revolución de Octubre que derrocó al gobierno del general Isaías Medina Angarita, liderizada por Rómulo Betancourt, jefe de Acción Democrática (AD) y la joven oficialidad militar. Inmediatamente será designado Procurador General de la Nación. Poco tiempo después rompe con Betancourt alegando el sectarismo y las tendencias hegemónicas de su partido.

 

 En enero de 1946 funda el Partido Copei, “movimiento de ideas cristianas y bases populares”. Entre 1946 y 1947 será uno de los más destacados diputados a la Constituyente que elaborará la Constitución de 1947. Ese mismo año será escogido como candidato presidencial de su partido en las elecciones de diciembre de 1947, que ganará el escritor Rómulo Gallegos, de AD.

 

Derrocado Gallegos en noviembre de 1948 por los mismos militares que habían acompañado a Betancourt en el golpe de Estado contra Medina Angarita, Caldera y su partido pasan de una posición expectante a una resuelta oposición al régimen militar, especialmente a partir de 1953, cuando el general Marcos Pérez Jiménez asume fraudulentamente la presidencia de la República al desconocer el triunfo opositor en las elecciones de una nueva Asamblea Constituyente e instaura abiertamente su dictadura.

 

En 1957 Caldera es detenido y expulsado del país. Al ser derribada la dictadura perezjimenista el 23 de enero de 1958, regresa al país y junto con Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba, líder de Unión Republicana Democrática (URD), firman el Pacto de Puntofijo, que diseñó entonces principios y mecanismos para un próximo gobierno de unidad nacional entre 1959 y 1964, así como en función del fortalecimiento de la futura democracia.

 

Electo Betancourt como presidente en diciembre de 1958 -en las que Caldera llegó de tercero como candidato presidencial-, él y Copei lo acompañaron lealmente y defendieron la naciente democracia, amenazada entonces por el golpismo de la extrema derecha y la extrema izquierda, el terrorismo y las guerrillas del Partido Comunista de Venezuela y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Volvió a ser candidato presidencial por Copei en 1963, ocupando el segundo lugar, detrás del vencedor Raúl Leoni, de AD.

 

En 1968 Caldera fue elegido presidente de Venezuela y adelantó la llamada Política de Pacificación, mediante un audaz diálogo de convencimiento con los guerrilleros derrotados, incorporándolos -a casi todos- a la vida democrática e institucional. Aquél fue un gobierno progresista y eficiente, con trascendentes logros en materia de obras públicas, en la economía y en lo social. Al concluir su mandato en 1974 se incorporó al Congreso como senador vitalicio, en cumplimiento de la Constitución de 1961. En 1978 su compañero de partido Luis Herrera Campíns resulta electo presidente en las elecciones de aquel mismo año. Y en 1979, Caldera es designado presidente de la Unión Parlamentaria Mundial.

 

En 1983 fue nuevamente candidato presidencial de Copei siendo derrotado por Jaime Lusinchi, abanderado de AD. Cinco años después disputó la candidatura presidencial de su partido, obtenida entonces por Eduardo Fernández, secretario general de Copei, a quien vencería Carlos Andrés Pérez en diciembre de 1988.

 

A partir de entonces, Caldera mantendría un discurso coherente frente a la tormenta que se avecinaba y que, como muy pocos, él presentía, la misma que finalmente arrastraría al presidente Pérez en 1993, cuando fue destituido por el Congreso. Antes, al producirse el llamado Caracazo en febrero de 1989, Caldera pronunció en el Congreso un discurso alertando sobre la crisis que se aproximaba. Lo mismo haría con motivo de la intentona golpista de febrero de 1992, a la que consideró “censurable y condenable en toda forma” en un vehemente discurso que pronunció como senador vitalicio. “Es difícil -agregó- pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y la democracia si estas no son capaces de darle de comer…” Entonces, igualmente alertó sobre la grave crisis en ciernes y advirtió que la asonada militar no podía considerarse un hecho aislado porque había “un mar de fondo” y “si eso no se enfrenta, el destino nos reserva muchas y muy graves preocupaciones”.

 

Esta actitud suya contribuyó a posicionarlo como un candidato presidencial con clara opción de triunfo desde 1989, tal como lo señalaban las encuestas. Y, en efecto, separado del partido que fundó, pudo nuclear a su alrededor una amplia coalición variopinta para ganar la presidencia en diciembre de 1993.

 

 Su segunda gestión entre 1994 y 1999 tuvo importantes resultados, especialmente al haber adelantado otra vez una política de paz, convivencia y estabilidad institucional, luego de las secuelas del Caracazo en 1989 y de los violentos golpes de Estado de 1992. Se ejecutaron importantes obras públicas, construcción de viviendas, hospitales y escuelas. Igualmente se produjo la apertura petrolera y se inició un proceso privatizador de importantes empresas del Estado en grave situación financiera.

 

Falleció el 24 de diciembre de 2009, un mes antes de cumplir 94 años.