Del aguerrido Godofredo
No pudo prosperar definitivamente aquella leyenda
negra que se intentó durante la campaña electoral de 1958 y principios de los
años setenta, en torno a una supuesta colaboración de COPEI con la dictadura. A
pesar el saldo de perseguidos, presos y exiliados en un partido novel que
experimentaba un paciente crecimiento, quiso imponerse la tesis de una
organización perezjimenista más que, claro está, los hechos históricos
testarudamente desmintieron.
A Godofredo González le tocó dirigir la Junta
Patriótica en su queridísimo estado Aragua y cuando el 1 de enero de 1958 se
alza la aviación militar en la Base Aérea Libertador, entre Maracay y Palo
Negro, a la espera de la movilización de los blindados del ejército en Caracas,
el líder socialcristiano toma inmediatamente una emisora de radio para arengar
a la audiencia. Estuvo en sintonía con Lorenzo Fernández, quien comprometió a
COPEI en el alzamiento. Y ambos fueron detenidos finalmente.
Hablamos de una acción arriesgada que afortunadamente
recibió por respuesta, semanas más tarde, las extraordinarias jornadas de
finales de enero de 1958 a favor de la liberación de Venezuela. De haber
ocurrido lo contrario, nadie hubiese adivinado el destino reservado por la
dictadura para ambos líderes, como solía suceder por entonces.
Este solo dato, contrasta con las versiones que por
muchos años corrieron sobre aquellos acontecimientos tan decisivos,
frecuentemente signadas por la vanidad de aquellos que poco o nada habían hecho
por derrocar al dictador. En el caso de Godofredo González, pueden leerse sus
testimonios vertidos con una modestia ejemplar en la prensa de las décadas
siguientes, en contraste con la estridencia de otros. Nada casual que el hombre
que llega a presidir el Congreso Nacional, y Luis Herrera Campíns, quien ejercería
la presidencia de la República, tuvieron por común característica el coraje de
oponerse frontalmente a Pérez Jiménez, sin esguinces éticos de ningún tipo.

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