La Unión Nacional Estudiantil (UNE),
fundada el 8 de mayo de 1936, constituyó un antecedente concreto de la
Democracia Cristiana en nuestro país. No obstante, es necesario hacer algunas
precisiones, pues frecuentemente el acontecimiento es objeto de
confusión.
Por ejemplo, la entrada de Wikipedia
relacionada con UNE (https://es.wikipedia.org/wiki/Uni%C3%B3n_Nacional_Estudiantil) incurre en un doble error: por una parte, señala como día y mes de
fundación el 6 de mayo, en lugar del 8 del mismo mes, fecha de fundación suficientemente
consolidada, y, por otra, indica claramente que “fue un partido político
venezolano, de orientación socialcristiano” (SIC), remitiendo a una fuente muy
imprecisa que soslaya una importante bibliografía acumulada, como la
compilación de las notas editoriales del periódico de UNE, realizada por Naudy
Suárez Figueroa, autor de un estudio introductorio convertido en un clásico de
la literatura demócrata-cristiana de nuestro país (“Por los legítimos
ideales del estudiante venezolano. U.N.E. Gestación de una idea
revolucionaria”, Editorial Arte, Caracas, 1973).
La entidad estudiantil en cuestión, nace
como una genuina expresión gremial que hoy la explicaríamos como una específica
manifestación de la sociedad civil organizada, y no como un partido político.
Justamente, teniendo por natural epicentro la Universidad Central de Venezuela,
en la Venezuela de escasísimas casas de estudios superiores, UNE es el fruto de
una necesaria distinción y división en el seno de la Federación de Estudiantes
de Venezuela (FEV), trastocada en partido de la oposición; esto es, yendo más
allá del ámbito eminentemente universitario y reivindicativo para competir con
otras organizaciones partidistas en el difícil contexto de una transición que
apenas comenzaba a raíz de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez.
Por lo demás, hacia mediados y finales de
febrero de 1936 hubo dos eventos extraordinarios, como la inédita protesta
popular en reclamo de sendas libertades públicas y superación definitiva de la
dictadura, y el llamado Programa de Febrero anunciado por el gobierno de
Eleazar López Contreras. Son dos hechos trascendentales que, al pasar los días,
hicieron cada vez más partido político a la FEV que gremio estudiantil,
alineándola ideológicamente con los nacientes movimientos y partidos de
inspiración marxista, y por ende distorsionándola, por lo que surgió un
legítimo movimiento estudiantil de carácter decididamente gremial que no
significaba darle la espalda a los problemas fundamentales del país, y con una
clara orientación: la Doctrina Social de la Iglesia; no por casualidad,
conformada por dirigentes que, en 1934, coincidieron en Roma con otras
juventudes estudiantiles de América Latina que más tarde crearon en sus países partidos
demócrata-cristianos.
Acotemos, otras dos valiosas
circunstancias, como fue la selección del Núcleo Directivo Nacional de UNE, mediante
una campaña electoral interna y los correspondientes escrutinios, regularizando
la vida institucional de la entidad luego de su fundación en enero de 1937,
resultando electos como principales Rafael Caldera, Pedro José Lara Peña y
Francisco Alfonzo Ravard, quedando como suplentes Lorenzo Fernández, Carlos
Rodríguez Uzcanga y Francisco Soto. Y, finalmente, que las experiencias partidistas
posteriores en las que participaron uneístas muy destacados, no significaron
que la entidad gremial fuese dependencia del futuro partido Acción Nacional y,
menos, de COPEI, cuyo nacimiento ocurrió cuando ya estaba disuelta la UNE.
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