Luis Herrera Campíns

 



 

Las elecciones de diciembre de 1958 marcaron un hito en nuestro historial republicano. Gracias al Pacto de Puntofijo, los partidos mayoritarios afianzaron su compromiso con la preservación de la institucionalidad democrática apenas reiniciada, después de diez años de felonía dictatorial, pero ello no impidió que la controversia alcanzará extraordinarios niveles exigiendo de la dirigencia política la más firme determinación de proseguir en la senda de las libertades públicas.

El aviso publicado en el diario El Nacional de fecha 24 de noviembre del
citado año, revela la voluntad, prestancia y persistencia de un líder emergente,
como Luis Herrera Campíns. De “dinámico y candeloso” lo caracteriza la nota
publicitaria, en apoyo a la candidatura presidencial de Rafael Caldera. Y
refleja muy bien al polemista, abordando un tema y una analogía demasiado
sugestiva entre el peronismo y el larrazabalismo.

Herrera Campíns demostró en aquella campaña electoral su estirpe de
polemista y de activista incansable, asumiendo tareas que dependieron mucho del
entusiasmo y de la mística del partido COPEI, sus militantes y dirigentes, que
de sus escasos recursos materiales.





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