La renovación de los esfuerzos en 1958
Una larga dictadura había concluido. La
década militar, como la llamó José Rodríguez Iturbe en una densa crónica que
ojalá sepa de una pronta reedición, arrasó con la vida partidista, activa y
plural, salvo el Frente Electoral Independiente (FEI), creado en 1951, que
sirvió para darle una muy circunstancial cobertura a una dictadura incompatible
con las organizaciones políticas.
Los principales partidos que
protagonizaron el cambio histórico de la década de los cuarenta, fueron
intimidados e ilegalizados finalmente con la persecución, la muerte, el
encarcelamiento y el exilio de sus líderes. COPEI no fue la excepción y, como
el resto de las organizaciones, al caer la tiranía, toda su dirigencia recorrió
el país, estado por estado, distrito por distrito, parroquia por parroquia,
sorteando las limitaciones económicas, paciente al recorrer las largas y
maltrechas carreteras, siendo quizá más eficaz e inmediata la comunicación
telegráfica que la telefónica, dada una todavía precaria expansión territorial
de esta última.
En la gráfica, en 1958, destacan de
izquierda a derecha, Pedro Pablo Aguilar, por entonces, con 29 años de edad;
Hilarión Cardozo, 28; Rafael Caldera, 42; y Luis Herrera Campíns, 33. El
aparato de radio y el mapa de fondo, permiten deducir que la escena corresponde
al acopio de unos importantes datos en el curso de una transmisión radial, con
la atenta disposición de quienes, todavía jóvenes en un partido de jóvenes,
realizaron no pocos esfuerzos por lanzar
una organización de inequívoca proyección nacional, propulsando la candidatura
presidencial de Caldera que, a la vuelta de diez años, alcanzó la presidencia,
y, otros diez más tarde, ocurrió lo propio con Herrera Campíns.
Después de la incursión candidatural del
joven Caldera en 1947, en los comicios generales de 1958 la votación de COPEI
alcanzó 15,2% frente a 49,2% de Acción Democrática y 30,7% de Unión Republicana
Democrático. Comenzaba el significativo camino de ascenso de los
demócrata-cristianos, por cierto, reducidos el Partido Comunista a 3,2%; el
Movimiento Electoral Nacional a 0,7%; Integración Republicana, a 0,6%; y el
Parido Socialista, a 0,4% (*).
Hubo partido, porque hubo recios
dirigentes, extraordinarios parlamentarios, ejemplares ciudadanos. Para
Caldera, Herrera Campíns, Aguilar y Cardozo, la prisión y el exilio jamás había
significado desaliento y desánimo; todo lo contrario.
(*) Chang Mota, R. (1980): “Sistemas
y cifras de las elecciones venezolanas desde 1958”. Consejo Supremo
Electoral, Caracas: 96.
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