A propósito del 75 aniversario de su
fundación
ALGUNOS APORTES DE COPEI A LA CULTURA
POLÍTICA VENEZOLANA
Gehard Cartay Ramírez
(Papel Literario de El Nacional, 20 de febrero de
2021)
La historia del Partido
Social Cristiano Copei ha sido falsificada con frecuencia, incluso desde su
propio nacimiento.
Poca gente sabe que
nació como partido político “para defender los legítimos ideales de la Revolución
de Octubre”, como fue denominado el movimiento iniciado con el golpe de
Estado contra el general Isaías Medina Angarita en 1945, encabezado por el
máximo líder de AD, Rómulo Betancourt, y una logia de militares jóvenes, que
dio al traste con algo más de medio siglo de hegemonía militarista, aunque
renacida tres años después.
Cuando se produjeron
esos sucesos aún no había sido fundado Copei, pero quienes lo harían el 13 de
enero de 1946 apoyaron la acción cívico militar en referencia -como lo declaró
entonces Rafael Caldera, su principal líder- “por considerar intolerable aquel
estado de farsa en que se burlaba, nombrándola a cada instante, la voluntad
nacional”.
Se refería Caldera a la
ausencia de una verdadera democracia fundada en la soberanía popular, como
consecuencia del terco empeño de los herederos del gomecismo por impedir que
fuera el voto directo, universal y secreto de los venezolanos el que eligiera
al presidente de la República y a sus representantes en el Congreso Nacional,
las Asambleas Legislativas y los Concejos Municipales.
Hasta entonces, tanto el
general Eleazar López Contreras, sucesor del dictador Juan Vicente Gómez en
1935, como el también general Medina Angarita, ungido igualmente en 1941 por su
predecesor, se habían negado durante casi diez años a establecer por vía constitucional
que la soberanía de la nación residía en el pueblo. Esta será la primera
contribución histórica de Copei al luchar por el establecimiento de un sistema
electoral de primer grado, mediante el cual los venezolanos pudieran elegir al
presidente y sus representantes legislativos.
La Junta Revolucionaria
de Gobierno, presidida por Betancourt, designaría a Caldera como procurador
general de la República. No obstante, a los pocos meses, el sectarismo de
algunos dirigentes de AD en varias regiones del país estimularán la violencia
contra eventos copeyanos. En abril de 1946 esos atentados alcanzan a Caldera
cuando un mitin suyo en San Cristóbal es saboteado, con saldo de varios
heridos. Desde allí, el jefe copeyano rompe con el gobierno y pasa a la oposición.
Sin embargo, será cierta
dirigencia adeca la que a partir de aquel momento también calificará a Copei
como un partido reaccionario, contrario a la Revolución de Octubre y, lo
que sería aún más absurdo, por irreal, acusarlo de representar los intereses
del gomecismo y del régimen depuesto. Así se dio inicio a una feroz campaña
para desdibujar a Copei. Igualmente intervino en la misma -y desde el primer
momento- la dirigencia comunista, la misma que había apoyado a Medina Angarita
pocos meses antes.
Insisto en este hecho
para ponerlo como referente de las campañas que desde entonces se hicieron
contra Copei. La verdad es que quien lea su primer programa político y sus
estatutos conseguirá la auténtica naturaleza de un partido de inspiración
demócrata cristiana, centrista y de raigambre venezolanista. Se convirtió así
en un instrumento político y partidista del pensamiento socialcristiano
venezolano, segunda contribución histórica de Copei.
Una minoría desafiante
La trayectoria del
partido, desde entonces, revela la corajuda acción de sus fundadores por
convertirlo, peldaño a peldaño, en un partido de masas, algo que lograrán 20
años después. Caldera, Pedro del Corral, Lorenzo Fernández, José Antonio Pérez
Díaz, Luis Herrera Campíns, Mauro Páez Pumar y Edecio La Riva, entre otros,
constituirán el grupo germinal.
Será una minoría
actuante cuando se elija la Constituyente de 1947, en la que Caldera cumplirá
un papel estelar. En 1948 el joven líder copeyano enfrentará a Rómulo Gallegos
en una desigual disputa por la presidencia, alcanzando el 22,4% de los votos
frente al 74,4% obtenido por el ilustre escritor como candidato de AD. Durante
el también llamado trienio adeco (1945-1948), la lucha será violenta y
agresiva entre AD, Copei y Unión Republicana Democrática (URD), el partido de
Jóvito Villalba. Pero aquel combate frente a AD, por difícil que pudo ser,
también arroja una tercera contribución importante de Copei: haber impedido que
se implantara un sistema político influenciado por el PRI mejicano, a mediados
de los años cuarenta, tentación que entonces atrajo a AD.
En noviembre de 1948 los
anteriores socios militares de Betancourt derrocan a Gallegos. En 1950, luego
del magnicidio contra el presidente de la Junta Militar, coronel Carlos Delgado
Chalbaud, quienes lo suceden mantienen a regañadientes su promesa de convocar
una nueva Constituyente. Ilegalizados AD y el PCV, serán URD y Copei los que
participen con una campaña electoral desbordante en todo el país. Al final, el
partido de Villalba gana esas elecciones en 1952 -Copei queda de segundo-, pero
el coronel Pérez Jiménez desconoce los resultados y se hace nombrar presidente
de la República, iniciando así una nueva dictadura militar. Villalba es
desterrado, mientras un grupo reducido de copeyanos se pliega al régimen. Más
tarde, Caldera será acosado y finalmente detenido por la policía política hasta
que, a comienzos de 1958, logra salir al exilio, protegido por la Nunciatura
Apostólica.
Camino a la mayoría
Pérez Jiménez será
derrocado el 23 de enero de 1958 por una rebelión militar que tuvo el apoyo de
los partidos que se mantenían en la clandestinidad. Se realizan elecciones
presidenciales en diciembre de ese año. Gana Betancourt, seguido por el
vicealmirante Wolfgang Larrazábal y Caldera. Copei baja al tercer lugar.
Inmediatamente se forma
un gobierno de coalición entre AD, URD y Copei, bajo los lineamientos del Pacto
de Puntofijo. Copei será leal a este acuerdo hasta el final, a diferencia
de URD que lo abandonará tempranamente en agosto de 1960, encandilado por la
llamada Revolución Cubana. Cuarta contribución histórica copeyana: su
lucha por mantener aquella democracia inestable y asediada desde la extrema
derecha y la extrema izquierda.
En 1963, el gobierno
coaligado fue a la contienda con dos candidatos presidenciales: Raúl Leoni por
AD y Caldera por Copei. Ganó el primero y el abanderado copeyano llegó de
segundo. Entre ambos sumaron más de la mitad de los votos emitidos entonces.
La quinta contribución
de Copei al sistema democrático fue haberse convertido en la alternativa
electoral frente a AD, a partir de 1968, con la elección de Rafael Caldera como
presidente de Venezuela. Fue la primera vez que un líder opositor derrotaba electoralmente
al candidato del gobierno, sin llegar al poder por la puerta trasera del golpe
de Estado. A partir de entonces hubo en los años siguientes alternancia entre
ambos partidos: Carlos Andrés Pérez ganó en 1973, Luis Herrera Campíns en 1978
y Jaime Lusinchi en 1983. La polarización AD-Copei se mantuvo en 1988 con la
victoria de CAP, pero se acabó en 1993, con la segunda llegada de Caldera a la
presidencia, por encima de los dos partidos.
La sexta contribución de
Copei a la democracia venezolana será la de haber formado ideológica y
políticamente, a través de un instituto fundado en los años sesenta por
Arístides Calvani, a miles de dirigentes jóvenes, sindicalistas, profesionales
y sectores de clase media, como pocas veces antes pudo hacerlo partido alguno
en Venezuela y en el continente.
Obra de gobierno
Los dos gobiernos
socialcristianos de Caldera (1969-1974) y Herrera Campíns (1979-1884) dejaron
una obra importante para la conciliación, la modernización y el progreso de
Venezuela, independientemente de sus errores. Examinarla íntegramente
necesitaría mucho más espacio, por lo que apenas expondré algunos datos.
En la primera
gestión del presidente Caldera hubo un logro trascendente: la política de
pacificación, que permitió -luego de su derrota política y militar- la
incorporación al debate democrático de quienes se habían alzado en armas en
contra de las instituciones democráticas. El proceso de negociaciones fue
confiado a una comisión encabezada por el cardenal Quintero, y quienes se
acogieron al mismo fueron indultados y reintegrados a la lucha cívica.
Al lado de esta
iniciativa histórica, se construyeron importantes obras públicas (hospitales, liceos, universidades, autopistas,
carreteras, vialidad urbana, viviendas, etc.) y otros logros fundamentales como
la nacionalización del gas y la política de reversión petrolera, anticipo de su
nacionalización, así como en materia agropecuaria e industrial. Tuvo, sin
embargo, serios problemas con las universidades autónomas.
Por su parte, el
gobierno del presidente Herrera también realizó una obra material considerable
en instalaciones hospitalarias, educativas, culturales, deportivas,
electricidad, vialidad, transporte público (ejecución de la primera etapa del
Metro de Caracas), fortalecimiento de PDVSA y sus refinerías, viviendas
populares, etc., aunque con algunos lunares indeseados en política económica y
deuda externa. Pero, en general, el suyo fue un gobierno que respetó los
derechos humanos, mantuvo la paz y promovió el diálogo y el entendimiento.
Auge y decadencia
Copei fue un partido que
desde su fundación hasta las elecciones de 1988 mantuvo una curva ascendente en
su votación, salvo algún descenso en 1983.
Este crecimiento
sostenido se debió a las candidaturas de su máximo líder en 1947, 1958, 1963 y
1968, cuando fue electo presidente de la República por primera vez, y continuó
con Lorenzo Fernández en 1973, incluso perdiendo frente a CAP; Luis Herrera
Campíns, quien ganaría los comicios en 1978; (En 1983, cuando Lusinchi venció a
Caldera la votación descendió cerca de 200.000 votos) y Eduardo Fernández, aun
habiendo sido derrotado por Pérez en 1988. En 1993, frente a un cuadro
multipolar y con la candidatura de Caldera por fuera, el nominado copeyano
Oswaldo Álvarez Paz vio reducidos sus votos a un poco más de la mitad obtenida
por Copei cinco años antes. Pero junto a las victorias de 1968 y 1978, el
siguiente momento culminante del partido socialcristiano fue en 1992 cuando
ganó 11 gobernaciones, derrotando a AD.
Luego de aquello, Copei
inició su declive. Sin embargo, ese es un proceso que tenía antecedentes
significativos: la lucha por la candidatura presidencial entre Lorenzo
Fernández y Herrera Campíns en 1973 afectó la unidad emocional y se produjo la
derrota frente a CAP. Luego vinieron los desencuentros entre el gobierno del
presidente Herrera y la dirección del partido, todo lo cual afectó la
candidatura de Caldera en 1983. Más tarde, se produjo el enfrentamiento entre
Caldera y Eduardo Fernández por la candidatura presidencial de 1988. Entonces
ganó el segundo, pero el líder fundador se fue a la reserva.
En 1993, luego de unas
exitosas primarias, Álvarez Paz obtendrá la nominación presidencial de Copei,
pero, al final, la candidatura independiente de Caldera alcanzará la victoria.
Cinco años más tarde se profundizaría la debacle copeyana. Sus autoridades
habían cortejado y hecho suya la candidatura independiente de la alcaldesa
Irene Sáez, a quien todas las encuestas daban como ganadora en 1998. Esa
candidatura se desinfló en poco tiempo, dando paso a la polarización entre Hugo
Chávez y Henrique Salas Römer, a quien -a última hora- decidió apoyar la cúpula
socialcristiana. Lo demás es historia conocida: Copei no ha vuelto a lanzar
candidato propio desde 1993, y a partir del 2000 ha apoyado siempre al
abanderado que la mayoría de la oposición ha escogido.
Desde hace algo más de
una década, al judicializarse su conflicto interno y poner en manos del TSJ la
decisión final, este ha terminado designando sus autoridades, siempre en la
línea de favorecer a quienes el régimen considera sus aliados dentro de
Copei.
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